Ah, la procrastinación: es como ese invitado persistente y no deseado que nunca se va de la fiesta, ¿verdad? Para muchas mujeres de la Generación Z y Millennials que buscan estrategias de autoayuda efectivas, la procrastinación aparece en la búsqueda de la productividad como un reloj. Y cortemos el rollo de inmediato: rara vez se trata solo de ser perezoso o administrar mal el tiempo. Más a menudo, está enredado con emociones y cómo las procesamos en nuestra cabeza. Al entrelazar el mindfulness en nuestras danzas diarias, podríamos convertir este temido retraso en un arma secreta para mejorar nuestra productividad. Así que, ¿nos sumergimos en algunos trucos de procrastinación consciente?
Tabla de Contenidos
- Entendiendo la Procrastinación a Través del Mindfulness
- Reconocer y Aceptar Tus Patrones de Procrastinación
- Dividir las Tareas en Partes Maneables
- Practicar la Respiración Consciente
- Cultivar la Autocompasión
- Crear un Entorno Consciente
- Usar Técnicas de Visualización
- Establecer Metas Claras y Alcanzables
- Aprovechar la Tecnología de Manera Consciente
Entendiendo la Procrastinación a Través del Mindfulness
Postergar las cosas es un acto universal. Incluso cuando sabemos muy bien que no es lo mejor para nosotros, nos entretenemos. Un artículo en el Psychological Bulletin, sí, lo he leído, conecta la procrastinación con no tener nuestra autorregulación o autocontrol en orden (Steel, 2007). Entra el mindfulness, ese viejo amigo que nos anima a vivir en el presente, conectándonos genuinamente con el ahora. Nos da un nuevo par de gafas para detectar y enfrentar a este viejo enemigo, la procrastinación.
Despejando las capas con mindfulness, llegarás al corazón de por qué y cuándo procrastinas. Sí, es como una auto-vigilancia con beneficios: la culpa y la ansiedad, el equipaje emocional de la procrastinación, comienzan a aligerarse con este enfoque.
Reconocer y Aceptar Tus Patrones de Procrastinación
Comencemos reconociendo que tenemos patrones aquí: sí, a veces somos criaturas predecibles, y hacerlo sin castigarnos. ¿Por qué estás posponiendo las cosas? ¿Es el viejo miedo al fracaso? ¿Incorporas algo de perfeccionismo, o a ese viejo amigo, la falta de motivación? El Personality and Individual Differences tuvo su opinión en 2010, destacando que perdonarse a sí mismo puede realmente reducir la procrastinación en el futuro (Wohl et al., 2010).
¿Por qué no empezar un diario de procrastinación? Anota esos momentos en los que te demoras y los sentimientos que suscitan. Confía en mí, esto encenderá el interruptor de la consciencia, ayudándote a detectar desencadenantes específicos, y cuando los conozcas, podrás abordarlos más rápido que un gato con catnip.
Dividir las Tareas en Partes Maneables
Las tareas pueden ser aterradoras, sin bromear. Dividirlas en pedacitos hace maravillas para la motivación. ¿Alguna vez has oído hablar del Efecto Zeigarnik? Sí, estamos hablando de ese fenómeno donde las tareas inacabadas permanecen más en tu mente que las que has terminado. Es como el efecto de suspenso de Netflix, manteniendo tu mente pegada a la tarea en cuestión.
Prueba la Técnica Pomodoro: trabaja durante 25 minutos, descansa 5. Es un ritmo que ayuda a mantener la concentración aguda y le da a tu mente mini-vacaciones.
Practicar la Respiración Consciente
¿Te sientes abrumado? Haz una pausa y respira. En serio. Reducir tu respiración reduce todo: tu mente, tus tensiones, ese impulso de desviarte a otro video de gatos en YouTube. El Journal of Neuroscience aportó algo de ciencia diciendo que ayuda a activar partes del cerebro vinculadas al autocontrol (Desbordes et al., 2012). Solo unas pocas respiraciones profundas: inhala, mantén, exhala, repite, y estás reavivando la calma, reduciendo el estrés, agudizando la concentración. Es como magia, solo que real.
Cultivar la Autocompasión
Deja de castigarte ya. He estado allí, la autocrítica solo aumenta la apuesta de la procrastinación. En cambio, prueba un poco de amabilidad contigo mismo. Trátate como a un buen amigo. El Journal of Counseling Psychology vincula la amabilidad con uno mismo a la disminución de la procrastinación y al aumento de la productividad (Williams et al., 2008).
Alienta tu día con afirmaciones. Acepta tus altibajos y trátalos como desvíos perspicaces, no como fracasos colosales. Eres humano, no una máquina, ¿recuerdas?
Crear un Entorno Consciente
Tu entorno tiene muchos roles: puede ser un santuario o un antro de distracción. Un espacio libre de desorden equivale a una mente más clara. Deshazte de lo innecesario, mantén lo esencial a mano, y quizás, algo de vegetación. Sí, un poco de naturaleza justo en tu escritorio. ¿Has oído hablar de este estudio del Journal of Environmental Psychology en 2004? Dijo que las plantas agudizan tu atención y productividad (Shibata & Suzuki, 2004). Parece que las plantas realmente tienen un papel más allá de verse bonitas.
Usar Técnicas de Visualización
¿Verte triunfar antes de que suceda? No es magia—solo técnicas de visualización haciendo su magia. Imagina la alegría al terminar una tarea. El Journal of Applied Psychology mostró que ensayar mentalmente un proceso en lugar de solo el resultado aumenta el éxito (Pham & Taylor, 1999).
¡Pruébalo! Pasa momentos diarios imaginando el camino a través de tareas y saboreando la finalización. La motivación se dispara, la procrastinación disminuye. Funciona… la mayoría de los días.
Establecer Metas Claras y Alcanzables
Simplemente decir “trabajaré más” no va a funcionar. Sé SMART al respecto: Específico, Medible, Alcanzable, Relevante, con Límite de Tiempo. Esto no es un consejo de una caja de cereales; el American Journal of Lifestyle Medicine lo avala (Bovend’Eerdt et al., 2009).
Digamos que quieres mejorar tus habilidades de escritura. En lugar de “escribiré más”, apunta a “escribiré 500 palabras diariamente”. Es como colocar piedras que conducen directamente al logro.
Aprovechar la Tecnología de Manera Consciente
Aparatos y dispositivos: pueden sacarnos del camino o alimentar nuestro enfoque. El uso consciente de la tecnología recorta límites. ¿Herramientas como Focus@Will y Forest? Son como el elenco de apoyo de la productividad. Algo de música preestablecida para reforzar la concentración o árboles virtuales que florecen cuando te concentras. ¿Útil, no?
Conclusión
Realmente, la procrastinación consciente no es el villano aquí. Se trata de adoptar la procrastinación como una pausa, una oportunidad para crecer, ajustar, tomar un respiro mental. Conoce tus patrones, integra el mindfulness en tus tácticas, y transforma la productividad de un esfuerzo en un baile.
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Referencias
- Steel, P. (2007). The nature of procrastination: A meta-analytic and theoretical review of quintessential self-regulatory failure. Psychological Bulletin, 133(1), 65-94.
- Wohl, M. J., Pychyl, T. A., & Bennett, S. H. (2010). I forgive myself, now I can study: How self-forgiveness for procrastinating can reduce future procrastination. Personality and Individual Differences, 48(7), 803-808.
- Desbordes, G., et al. (2012). Effects of mindful-attention and compassion meditation training on amygdala response to emotional stimuli in an ordinary, non-meditative state. Journal of Neuroscience, 32(44), 15594-15602.
- Williams, R., et al. (2008). Self-compassion and responses to self-relevant events: The implications of treating oneself kindly. Journal of Counseling Psychology, 55(3), 374-384.
- Shibata, S., & Suzuki, N. (2004). Effects of indoor foliage plants on subjects’ recovery from mental fatigue. Journal of Environmental Psychology, 24(4), 379-385.
- Pham, L. B., & Taylor, S. E. (1999). From thought to action: Effects of process-versus outcome-based mental simulations on performance. Journal of Applied Psychology, 84(4), 416-425.
- Bovend’Eerdt, T. J., Botell, R. E., & Wade, D. T. (2009). Writing SMART rehabilitation goals and achieving goal attainment scaling: a practical guide. American Journal of Lifestyle Medicine, 13(8), 647-652.